viernes, 16 de marzo de 2012

Con la iglesia hemos dado, Sancho

El título de esta entrada figura en el capítulo noveno de la segunda parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, esa insigne obra literaria que constituye la más preclara contribución de España al acervo del latazo universal. Mutatis mutandis la sabiduría popular convirtió esa frase en algo formalmente similar, pero ajeno a la intención cervantina (que no era otra que comunicar a Sancho que el edificio que habían visto no era el palacio de Dulcinea sino la iglesia de El Toboso): Con la Iglesia hemos topado, Sancho. El galaico Dúo FraFra ya nos aclaró aquello de que Spain is different y en esto tengo que darles la razón. Jamás entenderé como En Este País La España de charanga y pandereta,/ cerrado y sacristía,/ devota de Frascuelo y de María... o vamos en pía procesión delante de los sacerdotes o vamos corriendo detrás de ellos para que traben conocimiento con los métodos del virginiano juez Lynch.

En Este País la esquizofrenia reina por la irreconciliable contradicción entre lo que somos y lo que desearíamos ser. ¿Austeros? Y una mier... Bastó con el espejismo económico del ladrillo para pasar del potaje garbancero a la gilipollez gastronómica adrianesca, de la ropa vieja a la deconstrucción de sopas de ajo (esta memez figura realmente en la carta de un restaurante burgalés antaño famoso por su buen yantar). ¿Graciosos? Y una poll... A más de uno el chiste inoportuno le costó que le metieran la del perrillo (o en su defecto la cachicuerna) hasta las guardas. Podemos ir al Infierno descojonándonos de risa... a costa de los demás, nunca de uno mismo. No tenemos sentido del humor, sólo somos crueles. ¿Religiosos? Y un cojó... Cualquiera que haya sentido curiosidad por el folclore (sic) sabe que los curas son un blanco preferente de las coplillas o ripios tradicionales. Por ejemplo: Viva el Dios que nunca muere/ y si muere resucita./ Viva la mujer que tiene/ un amante jesuita.  o esta otra de mi tierra palentina: El cura de Perales/ y el de Manquillos/ se han "jugao" a las tabas/ los calzoncillos. o incluso ésta: En la torre de la iglesia/ hay un nido de vencejos/ y ha dicho el señor cura/ que no le toquen los huevos. No obstante, esto puede atribuirse al anticlericalismo que no es lo mismo que la irreligiosidad, pero cuando llegamos a la blasfemia pura y dura es obvio que hemos sobrepasado la mera crítica a los religiosos (y avisado quedas de que lo siguiente es blasfemo, si te molesta leerlo pasa al siguiente párrafo): Me cago en Dios si es que hay tal/ y, por si fuese de ley,/ me cago en su puta grey/ y en la cohorte celestial. que tiene esta otra variante más popular: Me cago en Dios si hay tal/ y aunque a Cristo no le cuadre/ me cago en su puta madre/ y en la corte celestial.  Valgan como ejemplos (y los cito únicamente por ese motivo, sin animus injuriandi alguno) del blasfemologio popular español.

Tampoco hay quien entienda nuestra relación con el poder. Somos ferozmente individualistas como ya señaló Ganivet cuando escribió que el ideal de todo español es llevar en el bolsillo un papel oficial que diga: Este español está autorizado para hacer lo que se le dé la gana. Sin embargo, desde nuestra protohistoria hemos seguido fielmente al caudillo (incluso cuando éste dejaba mucho que desear) de turno hasta el punto de que 15 años después de que Calderón escribiera: Al rey la hacienda y la vida se ha de dar,/ pero el honor es patrimonio del alma,/ y el alma sólo es de Dios. de Rojas Zorrilla en Del rey abajo, ninguno descubre lo contrario, que la fidelidad al monarca tiene prioridad incluso sobre el honor, es decir, al césar lo que es del césar y lo que es de Dios también (valga la paráfrasis neotestamentaria).

Por todo ello, cuando estamos ya para ingresarnos en el hospital frenopático es cuando se mezcla religión y poder. Los episodios del motín de Esquilache, la expulsión de los jesuitas, el linchamiento del cura Vinuesa (el cura de Tamajón), la matanza de frailes de 1834, de sor Patrocinio (la monja de las llagas), de la desamortización de Mendizábal, del asesinato del gobernador civil de Burgos en la catedral... son sólo unos pocos ejemplos de movimientos pendulares, del o delante del sacerdote o detrás de los curas del que ya hablamos antes. En definitiva, el conflicto entre una Iglesia que quiere mantener su poder político y una clase política que quiere arrebatárselo. ¿El pueblo español? En medio, manipulado por unos y otros y vacilando entre la demagogia de los púlpitos y la demagogia de los mentideros políticos.

Historias que debieran pertenecer al pasado, pero que, de vez en cuando, nos vuelven a la mente cuando leemos noticias tan extrañas como ésta. En pleno siglo dieci... veintiuno El Vaticano quiere decir a los teólogos lo que tienen que pensar. Claro que si la primera batalla de esta guerra la quieren librar en mi tierra palentina y contra un teólogo de Amusco es que no sólo son torpes sino que, además, son ignorantes. Aquí la mayoría o procedemos de pueblos pequeños o, al menos, los conocemos. Como en cualquier otra comunidad cerrada aprendemos dos cosas, la tolerancia hacia los restantes miembros que la componen, y la defensa del grupo frente a los extraños. En resumen, lo que han conseguido es un mayor apoyo al Sr. Tamayo y publicitar su conferencia hasta un punto que nadie soñaba. Otro par de intervenciones episcopales de este calibre e inteligencia y se puede encontrar más solo que la una.  

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